Su nombre no proviene del lugar de procedencia del agua,
que venía del manantial de Santa Lucía, en Alcalá de Guadaíra, sino del punto
donde finalizaba, en la Puerta de Carmona, (una de las puertas del recinto
amurallado) donde existía un gran depósito de agua desde donde se distribuía a
la ciudad.
Tenía una longitud de unos 17 kilómetros, aunque una
parte de ese recorrido lo hacía de forma subterránea, saliendo a la superficie
a la altura de la Cruz del Campo por 1200 metros hasta su final en la puerta.
Su construcción, inicialmente data de la época imperial
romana, pero con la caída del imperio se abandonó, siendo sepultado por
el olvido y la tierra, hasta que en el siglo XII, el califa almohade Abu Yaqub Yusuf,
responsable de obras como el Palacio de la Buhaira, el puente de barcas o la
mismísima Giralda, con motivo de unas obras, encontró sus restos que se encontraban enterrados, y que mandó
reconstruir para su aprovechamiento.
Ya vemos como una casualidad, como tantas otras en la
historia, hizo posible la recuperación de esta obra de ingeniería romana. Así,
lo que hoy vemos es de época árabe, cuando fue reconstruido siguiendo su
trazado original.
El resto del acueducto fue derribado entre 1911 y 1912,
para las obras de urbanización y ensanche de la ciudad, siendo calificado por
el Ayuntamiento de Sevilla como: “obra vulgar, sin rasgos artísticos y desprovista
de interés arqueológico”.
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