Los inicios



Las cordilleras montañosas de la Sierra Morena y las cordilleras Béticas rodeaban la depresión del Guadalquivir, estando esta última inundada por el océano Atlántico. Los desprendimientos de estos sistemas montañosos fueron poco a poco elevando el terreno en este brazo de mar.
Por otro lado, el choque de las corrientes de los ríos en la zona de la desembocadura con las mareas del Atlántico, fueron formando una “barra” que hizo que este brazo de mar acabara convirtiéndose en un lago interior de agua salada, el cual existió hasta tiempos históricos( así consta en textos romanos) y que siguió rellenándose hasta formar las actuales marismas.

En la prehistoria, al estar el lugar donde hoy se encuentra Sevilla inundado no se han encontrado restos de ningún tipo y es en la zona del Aljarafe, que se encuentra elevada sobre el valle del Guadalquivir, donde podemos encontrar diversas zonas de enterramientos colectivos de hace unos 5.200 años de antigüedad, siendo el más representativo el dolmen de la Pastora(Valencina de la Concepción), sin embargo aproximadamente hace unos 4.300 años, se produce un abandono de estos lugares sin que se tenga claro el motivo.

El lugar que hoy es Sevilla, fue ocupado por sus primeros pobladores (cazadores y pescadores) hace alrededor de 2.800 años (Siglos VIII-VII a. C.) cuando era una isla, en el borde de ese gran lago salado, y recibió el nombre de Spal o Ispal.
Este primer núcleo de población recibió influencias fenicias. Estos comerciantes se dieron cuenta de la riqueza que poseía la zona e iniciaron un intercambio cultural y comercial, que unió a los dos extremos del Mediterráneo. Entre uno de los pueblos con los que comerciaron los fenicios encontramos a los Tartessos, una cultura de la que desconocemos muchísimo, pero de la que se han hallado restos por todo el valle del Guadalquivir.

Es el río el que da la vida a esta ciudad, el que permitió a los fenicios comerciar y distribuir productos sevillanos como el vino, el cobre y la cerámica por todo el Mediterráneo. Los fenicios dejaron también su lengua, sus costumbres, sus creencias y sus dioses. Ya en esta época es conocida la zona por la explotación de su riqueza minera: oro, cobre, hierro, estaño y, sobre todo, la plata.

De Tartessos, asentados en esta zona en los siglos VII y VI a.C., conocemos a través de los textos de escritores griegos y romanos, redactados con posterioridad y que muchas veces entremezclan hechos reales con la mitología. En cuanto a restos arqueológicos, se han encontrados huellas de poblados sin amurallar y pocas armas en los enterramientos, lo que indica que eran un pueblo dedicado a la agricultura, la ganadería, la minería y el comercio.

Este territorio fue ocupado después por los Turdetanos en los siglos V y IV a.C., un pueblo Íbero con un alfabeto propio y que hablaban una lengua de origen tartesio, diferente a la del resto de los iberos. Éstos, al igual que sus predecesores, basaban su economía en la agricultura, la ganadería, la pesca y la minería, por lo que se ven como un pueblo sucesor de los Tartessos.

A mediados del siglo III a.C. llegan a la península los Cartagineses, a consecuencia de su derrota en la Primera Guerra Púnica(Guerras entre Roma y Cartago), lo que les hace poner sus ojos en la península ibérica. En Sevilla se encuentran con murallas de piedra y barro, y una vez conquistada es vuelta a fortificar. En este período se producen diversos levantamientos en la ciudad. Como dato curioso, introdujeron el elefante como animal de trabajo, pero los romanos los exterminaron.

En el 206 a.C. Los romanos expulsan a los cartagineses de la península Ibérica, en el contexto de la Segunda Guerra Púnica y tras la batalla de Ilipa (Alcalá del Río), proclaman la ciudad de Hispalis (nombre que dan los romanos a Sevilla), como capital del Conventus Hispalensis, uno de los cuatro en los que fue dividida la provincia de la Bética.

Escipión funda Itálica, cerca de Híspalis, para campamento de reposo y curación de soldados veteranos, pero con el tiempo pasa a ser una ciudad residencial.
Convirtiéndose así Híspalis en una ciudad comercial e industrial hispanorromana, que sigue explotando la minería y que exporta cereales, aceite,vino y la famosa salsa garum, e Itálica en un núcleo residencial puramente romano.

Por toda Hispania (actual España y Portugal), tuvo lugar un proceso de asimilación de la cultura romana, de sus leyes y costumbres, de su lengua. Nos dejaron sus caminos, puentes, acueductos, teatros, etc., un legado que aún hoy forma parte de nosotros. 
Estarán en la península ibérica hasta el siglo V de nuestra era, cuando una serie de pueblos de origen germánico, llegan a la península.





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